martes, 24 de enero de 2012

El 2011: El inicio del desnudo de la fantasía

“La multitud descomunal y subterránea, abate en oleaje su ímpetu de serpiente

y ataca su fantasma y su palabra, como un toro la estrella ensangrentada”.

Gran Marcha Heroica. Pablo de Rokha.

Después de finalizado el año, con la decadencia implícita de la clase política, su orquesta de los consensos y su demagogia de la democracia, parece ser que la figura paterna autoritaria del estado se ve presionada por una subversión molesta y ruidosa para el discurso del estado de derecho y sus pajas. Desde sus acólitos más fieles, sus defensores verborreicos, para sus justificadores y racionalizadores de la ficción, este ha sido un año para el suicidio y para la humillación.

Los moralistas y su pico en la vagina con el matrimonio; los papistas y la caída del mito de la vida ascética; religiosos y cómplices de la superioridad divina; los veneradores de santa Pinochet y de la santa inquisición española; los señoritos de la economía de la católica y sus modelitos para jugar Gran Santiago; los monopolistas del olor a sobaco que inundan el bendito mercado con sus fármacos, pollos y créditos; los mandamases de las empresas trans y nacionales, y los asados bonachones en casa piedra; los mercaderes sagrados de la salud, la vida y la vejez; la polar y el desnudo obsceno de las cadenas de la esclavitud crediticia; los bulldozers y dólares fagocitadores de la Patagonia; los tribunales de la farsa y el montaje; los caza delincuentes de la rapiña y la corbata; los soldaditos de verde y su complejo de mal sexo; la termomuerte y su oscura forma; el ejército de los capataces del nunca acabar, todxs interpeladxs, todxs desorientadxs, todxs lanzadxs a la histeria circense, al climax de la guerra civil.

Parece que sin darnos cuenta, transitamos al espacio de la fantasía. Ese mundo paradisiaco del subrealismo mágico bananero neoliberal. Con esa democracia carcelaria, abandonada a la decadencia a la que es sometida en la rancia boca y lengua de un Hinzpeter, de un grotesco Chadwick o como juguete del narcisista niño presidente, siendo uno de los eslóganes que acompañan el desborde del hocico estatal. Pero no es tan solo una falla retórica o una falta en el discurso, o el adiós al significante “democrático” lo que acompañó el transcurso del presente año. Fue además el encuentro de un conjunto de sujetos, sujetos hoy a una envolvente temporalidad de desigualdad, inequidad, precariedad y cuanta “dad” puede haber para dar cuenta de la cagada a la que se nos tenía acostumbrados en el transcurso plano de los días. En un espacio concreto, de tanta “dad”, y a la vez imaginario, que era inspirado por la necesidad de subvertir lo existente, en su existencia ridícula, molesta, provocadoramente cotidiana, y en la indignación ante su apariencia fatal de inacabable repetición, se desnudo la fantasía.

La psicosis del estado, su histeria, sus métodos de represión, sus lacrimógenas, sus desalojos, sus lápices firmando acuerdos, sus mesas de expertos de la gran puta, la militarización de lo urbano y la comunidad, su persecución de terroristas con el terror, sus leyes contra la ley, todos modelos de normalización, respuestas que tratan de repetir al compás de una sinfonía que ya nadie escucha, que nadie puede escuchar a riesgo de vomitar. El gobierno pretende hacer parecer que se pregunta cuasi-existencialmente “¿qué quieren ellos de mí?”, balbucean una respuesta cargada de adjetivos que solo parecen síntomas de una neurosis, mientras miran desconcertados las encuestas, a las gentes en las marchas, en los actos, en el plebiscito, etc., huérfanos en la decadencia de su imperio, la caída de su reino, atónitos, porque esto no se encontraba en las predicciones del oráculo de los Chicago Boys, como la atemorizante sombra de la crisis capitalista que todo lo cubre y todo lo ve, y eso parece ser inconcebible.

El autoritarismo del estado y su nula elasticidad se vuelven temas claves a seguir para entender a futuro (y en pasado) la lógica de las próximas protestas. Se ha levantado a la par de toda la blasfemia un movimiento o una movida, como quiera llamársele, que está impregnado de una verdad, de una sinceridad política. Un espacio que ha abierto el campo óptico, con cámaras, con ojos activos que reviven la realidad en su criminalidad y expresión más sádica, en el parto de una emancipación. Contradictoria definitivamente. El circo recién empieza. El 2012 espera a sus actores en el escenario. Espera a todxs quienes estén alegres de estar descontentxs de continuar desnudando y atravesando la fantasía, con capucha, creatividad y estilo.